martes, 3 de septiembre de 2013

Experiencia en el Hospicio "Hogar Loving Care"


(Aprendizaje en el cuidado de los pacientes terminales por la Sra. Wang Xia)
 

En septiembre de 2009, comencé a prestar atención a los pacientes con SIDA y sus familias. Al principio, yo no estaba involucrado con pacientes terminales, sino hasta tres años después, cuando se me pidió que cuidara a los pacientes con SIDA que están en sus últimas etapas de la vida. Preocupado acerca de si estaba a la altura, consulte a una experimentada trabajadora de este tipo de cuidado. Ella me aseguró, "Mientras realices tu trabajo diligentemente, estoy segura de que vas hacer un buen trabajo."

Comencé a trabajar en el Centro de Cuidados de Atención “Hogar Loving Care” centro de SIDA del Hospital de enfermedades Infecciosas en la provincia de Yunnan el 27 de marzo de 2013. Nuestro supervisor nos aconsejó "tomar pequeños pasos", es decir, comenzar por atender a los pacientes regulares, y luego avanzar gradualmente con el cuidado del enfermo terminales. De esa forma, aprendí a ser un compañero de comprensivo para los pacientes, perceptivo de sus problemas internos, consultas y necesidades. Hubo momentos en que fui capaz de calmar sus ansiedades tan solo escogiendo palabras correctas. Cada vez que estoy en condiciones para que el paciente este mejor, mi espíritu se eleva, mi felicidad en este tipo de trabajo aumenta.
La señora Chen tenía 63 años y provenía del condado de Jianshui de la prefectura de la provincia de Yunnan. Siete años atrás, ella contrajo el virus del SIDA por su esposo. A pesar de la continua medicación que recibía, la enfermedad se mantuvo con ella.  Una vez, alarmados por la, tez amarilla de su piel, sus hijos la llevaron al hospital local, pero tras cuatro noches de infructuoso tratamiento, fue trasladada a nuestro hospital. El 13 de mayo de 2013, la señora Chen solicitó regresar a casa pero nuestro director, el señor Wang, se rehusó. Esa noche, ella tuvo una fuerte diarrea y quedó inconsiente la mañana del 14 de mayo, con fiebre de sobre 40 grados. El director Wang, dejó que el equipo medico respondiera esta emergencia. Yo fui a ver a la señora Chen la mañana siguiente. La habitación tenía un fuerte olor a excremento y la paciente estaba en un estado mental muy agitado. Estaba amarrada a la cama con una mascarilla de oxígeno y estaba recibiendo una botella de glucosa vía intravenosa. El monitor mostraba una lectura irregular, indicando un estado inestable de su condición. La enfermera a cargo, con nuestra ayuda, procedió a asear a la señora Chen. Ella la lavó, cambió los pañales, cepilló sus dientes e incluso peinó su cabello. Me senté con la señora mientras su hijo salía a comprar algunas cosas que necesitaba. Para las dos de la tarde, su temperatura aún era de 39,8 grados. El doctor recomendó utilizar formas naturales, físicas, para bajar la temperatura. Según sus indicaciones, preparé un pocillo con agua tibia y lo puse en las partes bajas de su cuerpo. Ayudé también a su familia a eliminar la orina y aprobar el volumen, etc. El día 16 cuando la familia de la señora Chen estaba lista para llevarla a casa, ayudé a juntar sus cosas para el viaje, su hija me agradeció diciendo, "señora Wang, usted es como un miembro de nuestra familia". Dos días más tarde, recibí un mensaje de su hija, contándome que su madre había fallecido a las 4 de la tarde de ese día. Respondí diciéndole, "no se aflijan, hicieron todo lo que pudieron, vuestra madre fue una gentil y  buena mujer y Dios en el cielo  estará cuidando de ella ahora". Ella respondió, " gracias señorita Wang, sus palabras me han dado consuelo y seguiré vuestro consejo".

 
En este mundo, nuestra vida tiene un principio y un final. Tomen el caso de la señora Chen. Ella vino a nuestro hospital, sin saber que le quedaba poco tiempo de vida. Siento que el consejo de nuestro supervisor fue correcto, comenzar por preocuparse de los pacientes comunes y luego, trabajar de manera cercana con el equipo médico, atendiendo a estos pacientes y sus seres queridos para después ser capaces de manejar casos más difíciles, cuidando de mejorar la calidad de vida de aquellos enfemos terminales. De esta forma podremos ayudarles en este viaje al final de sus vidas, con un cierre perfecto, sin dolor, en paz, comodidad y dignidad. Al mismo tiempo es importante que veamos el bienestar físico y emocional  de la familia de estos pacientes. Estoy especialmente agradecido con Casa Ricci Servicios Sociales por darme la oportunidad y de trabajar con los enfermos terminales y sus familias. El trabajo me permitió valorar el traspaso de amor, cariño y respeto entre seres humanos como parte de la interacción social que es esencial para mantener la salud mental y física de uno mismo.