(Aprendizaje en el cuidado de los pacientes terminales por la Sra. Wang Xia)
En septiembre de 2009, comencé a prestar atención a los pacientes con SIDA y sus familias. Al principio, yo no estaba involucrado con pacientes terminales, sino hasta tres años después, cuando se me pidió que cuidara a los pacientes con SIDA que están en sus últimas etapas de la vida. Preocupado acerca de si estaba a la altura, consulte a una experimentada trabajadora de este tipo de cuidado. Ella me aseguró, "Mientras realices tu trabajo diligentemente, estoy segura de que vas hacer un buen trabajo."
Comencé a trabajar en el Centro de Cuidados de Atención “Hogar Loving Care”
centro de SIDA del Hospital de enfermedades Infecciosas en la provincia de
Yunnan el 27 de marzo de 2013. Nuestro supervisor nos aconsejó "tomar
pequeños pasos", es decir, comenzar por atender a los pacientes regulares,
y luego avanzar gradualmente con el cuidado del enfermo terminales. De esa
forma, aprendí a ser un compañero de comprensivo para los pacientes, perceptivo
de sus problemas internos, consultas y necesidades. Hubo momentos en que fui
capaz de calmar sus ansiedades tan solo escogiendo palabras correctas. Cada vez
que estoy en condiciones para que el paciente este mejor, mi espíritu se eleva,
mi felicidad en este tipo de trabajo aumenta.
La
señora Chen tenía 63 años y provenía del condado de Jianshui de la prefectura
de la provincia de Yunnan. Siete años atrás, ella contrajo el virus del SIDA
por su esposo. A pesar de la continua medicación que recibía, la enfermedad se
mantuvo con ella. Una vez, alarmados por la, tez amarilla de
su piel, sus hijos la llevaron al hospital local, pero tras cuatro noches de
infructuoso tratamiento, fue trasladada a nuestro hospital. El 13
de mayo de 2013, la señora Chen solicitó regresar a casa pero nuestro director, el señor
Wang, se rehusó. Esa noche, ella tuvo una fuerte diarrea y quedó inconsiente la
mañana del 14 de mayo, con fiebre de sobre 40 grados. El director Wang, dejó
que el equipo medico respondiera esta emergencia. Yo fui a ver a la señora Chen
la mañana siguiente. La habitación tenía un fuerte olor a excremento y la
paciente estaba en un estado mental muy agitado. Estaba amarrada a la cama con
una mascarilla de oxígeno y estaba recibiendo una botella de glucosa vía
intravenosa. El monitor mostraba una lectura irregular, indicando un estado
inestable de su condición. La enfermera a cargo, con nuestra ayuda, procedió a
asear a la señora Chen. Ella la lavó, cambió los pañales, cepilló sus dientes e
incluso peinó su cabello. Me senté con la señora mientras su hijo salía a
comprar algunas cosas que necesitaba. Para las dos de la tarde, su temperatura
aún era de 39,8 grados. El doctor recomendó utilizar formas naturales, físicas,
para bajar la temperatura. Según sus indicaciones, preparé un pocillo con agua
tibia y lo puse en las partes bajas de su cuerpo. Ayudé también a su familia a
eliminar la orina y aprobar el volumen, etc. El día 16 cuando la familia de la
señora Chen estaba lista para llevarla a casa, ayudé a juntar sus cosas para el
viaje, su hija me agradeció diciendo, "señora Wang, usted es como un
miembro de nuestra familia". Dos días más tarde, recibí un mensaje de su
hija, contándome que su madre había fallecido a las 4 de la tarde de ese día.
Respondí diciéndole, "no se aflijan, hicieron todo lo que pudieron,
vuestra madre fue una gentil y buena mujer y Dios en el cielo
estará cuidando de ella ahora". Ella respondió, " gracias
señorita Wang, sus palabras me han dado consuelo y seguiré vuestro
consejo".