jueves, 3 de noviembre de 2011

Encuentro con el P. Luis Ruiz, S.J.

(Escrito por Cecilia quien trabaja en el grupo de proyectos de Casa Ricci responsable del programa de personas infectadas y afectadas por Sida)

Él era un hombre común y corriente con un gran corazón y una sonrisa angelical. Su grandeza fue expresada
en un sinnúmero de pequeños actos de bondad.

Todavía recuerdo vívidamente mi primera "entrevista" con el Padre Luis, que tuvo lugar hace seis años. Él no preguntó sobre mi carrera o sobre mi experiencia de trabajo. Él sólo tuvo una charla amistosa conmigo y al final de nuestra conversación, simplemente dijo: "¡Ven!" Eso fue todo, sólo "ven" Me hizo sentir que yo era bienvenido!

El Padre Luis era un hombre tranquilo, un hombre de pocas palabras. Sin embargo, fue muy atento y muy agudo cuando se trataba de lo esencial. Por ejemplo, una vez que visitaba una clínica en Vietnam. El director hablaba y hablaba sobre su trabajo y actividades. El Padre Luis escuchó pacientemente, pero en un momento se inclinó y me susurró: "Cuando termine de hablar, pregúntale lo siguiente" # 1…, # 2 …, y # 3 ...". Esta fue la primera vez que experimenté lo inteligente y agudo que era el Padre Luis.

La sonrisa cautivadora y el sentido del humor del Padre Luis entibiaba nuestros corazones! Hace unos pocos años, me informaron que el Padre Fernando estaría ausente durante unos dos años para prepararse para sus votos finales y también hacer algunos estudios avanzados. Naturalmente, sentí un poco de ansiedad por que mi jefe iba a estar afuera por un tiempo prolongado. Poco después una mañana, el Padre Luis entró en la oficina y se dirigió lentamente a mi escritorio, tomándome de la mano, me dijo: "No te preocupes, he hablado con ÉL (señaló con el dedo hacia arriba), no voy a ir a ninguna parte durante estos dos años. " Lo miré y ambos nos reímos. Me conmovió y estuve agradecido por su consideración.

De vez en cuando el Padre Luis llamaba para pedir una actualización de nuestros proyectos. Le informaba de los avances y él escuchaba con atención y luego hacía preguntas. Cuando yo estaba fuera por mucho tiempo,  él me demostraba que me extrañaba, "Bueno, aquí está! Desapareciste y ahora vuelves a aparecer ", le daba un beso en la frente, seguido por un abrazo y le decía:" Estoy muy ocupado gastando su dinero "," ¡Bien! Respondía contento. Luego nos sentábamos juntos y hablabamos de los nuevos proyectos.

El Padre Luis era un hombre encantador y adorable! Sin embargo, una vez lo vi con una especie de mirada triste en su rostro - sólo una vez. Ese día entró en la oficina con una expresión sombría. Yo estaba preocupado y por eso le pregunté al Padre Fernando que pasaba con el Padre Luis. Él respondió con una sonrisa en su rostro, "El equipo de  fútbol de España perdió anoche!"

Un invierno el médico personal del Padre Luis quería que se quedara en el hospital durante una semana para curar las llagas en sus pies. Pero el Padre Luis no estaba dispuesto a quedarse porque se acercaba el Año Nuevo Chino. Le prometí que si él aceptaba quedarse en el hospital, yo le traería el periódico, el café y merienda todos los días. Él sonrió y aceptó quedarse. Vea qué fácil que él era! Un día, puso los periódicos al costado de la cama y me dijo: "¿Estás libre?" "¡Sí!" "Bueno, vamos a hablar!"
"¿Qué piensa usted del Presidente Obama?"
"¿Qué piensa de Hilary Clinton? Por qué ... .. Nuestra conversación se prolongó durante aproximadamente una hora. Esta fue la primera vez que lo vi tan locuaz, y me sorprendí al descubrir que sus intereses eran muy amplios. Excepto, cuando se refirió a Afganistán, admití que no sabía mucho acerca de ese país. De esa charla, descubrí lo bien leído y bien informado que era. Y esto, a pesar de que él no hablaba mucho y no expresaba sus opiniones a menudo.

La impresión que me dio el Padre Luis fue de una confianza total! En todos estos años, nunca cuestionó ni dudó cualquier decisión que he hecho, ni siquiera una vez. Cuando el Padre Fernando y yo regresamos de nuestro primer viaje a China y el Padre Fernando le informaba al Padre Luis todo acerca de nuestro viaje, el Padre Luis miró a mi informe y me gritó: "Bien, ¡hazlo! No te preocupes por el dinero, tengo un montón! "Su ánimo y su fe en la Providencia de Dios ha estado conmigo desde entonces.

Estoy muy agradecido por la oportunidad que tuve de conocer al Padre Luis y de trabajar para él. No hay duda en mi mente que el Padre Luis está encantado de que llegó al cielo antes que todos nosotros, (basta con ver su sonrisa en la tarjeta postal), y también sé que va a continuar orando y velando por nosotros desde el cielo!




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