jueves, 10 de febrero de 2011

Oficina de almanaques: La grandiosa tarea del “Love and care Center”.

Este texto fue escrito por la hermana Jacqueline, que trabaja en el Love and Care Center de Hunan, y es responsable por la oficina de trabajos manuales que existe ahí.

Por primera vez la oficina de trabajos manuales del Love and Care Center aceptó realizar una tarea de grandes dimensiones: producir 2000 almanaques de madera era algo imposible de imaginar para nosotros, pero era un desafío que quisimos aceptar. A partir de ese momento teníamos un solo objetivo: concluir la tarea y garantizar que todos los almanaques estarían a tiempo.
Después de haber reunido todos los materiales necesarios, hicimos un plan de acción: 1) decidir el número de personas necesarias para hacer el trabajo; 2) planificar el proceso paso por paso; 3) dividir el trabajo y asegurarse que cada uno este consciente de su responsabilidad.
Antes de empezar a diseñar el modelo no nos habíamos apercibir que era tan complejo y detallado, pero cuando empezamos nos dimos cuenta de que sería mucho más difícil de lo que habíamos pensado.
1.      Dos pacientes, dos voluntarias y una hermana eran responsables por hacer 2000 almanaques auspiciosos chinos y 4000 botones chinos.
2.      Una hermana, en la gran tabla de madera, era responsable por diseñar y medir cada una de las piezas pequeñas.
3.      El paciente responsable por los instrumentos mecánicos era responsable por cortar todas las partes.
4.      Dos hermanas en la tabla pequeña, eran responsables por reproducir el logotipo de Casa Ricci en ingles y en chino.
5.      Dos pacientes, usando el fierro caliente, eran responsables por planchar todos los caracteres previamente preparados.
6.      Todos juntos utilizamos papel de arena  para pulir los bordes de la madera y los caracteres para que se quedasen lisos y suaves.
7.      Todos ayudamos con la pintura de la parte trasera del almanaque.
8.      Dos pacientes y los voluntarios tuvieron que dar forma a los diseños e imprimirlos separadamente en cada tabla de bambú.
9.      La persona responsable por los instrumentos mecánicos cortó las 2000 piezas que habían sido impresas antes. 
10.  Todos ayudamos a moler los palos de bambú en distintas partes gruesas y finas.
11.   La persona responsable por las maquinas cortó 6000 placas para la parte superior del padrón.
12.  Todos pulimos estas partes con papel de arena.
13.  Juntos, los pacientes y las hermanas utilizamos espray para pintar las partes con distintos colores.
14.  Un paciente usó una faca curva para tallar los detalles de color oscuro de la moldura.
15.  Todos juntos volvimos a pulir estas partes.
16.  Después las pegamos todas juntas.
17.  Enseguida volvimos a pulir los márgenes y la superficie para que quedaran suaves.
18.  Pegamos el logo de Casa Ricci.
19.  Hicimos los furos para colgar el almanaque chino.
20.  Dimos la camada final de color
21.  Colgamos los almanaques y los metimos en cajas individuales.

Cada una de estas tareas es de distinta dificultad. Hacer almanaques chinos puede parecer un trabajo relajante. Pero hacerlos bonitos e resistentes tuvimos que usar una cuerda fina y tirar de ella con mucha fuerza para ajustar las partes. Por causa de la fricción y porque lo hicimos tantas veces  y durante tanto tiempo, la piel de las manos se arrancó y las uñas se rompieron.
Para cortar placas de bambú correctamente esl preciso medirlas muy bien y verificar los ángulos con mucho cuidado, por eso tuvimos que medirlos muchas veces antes de cortarlos. La razón por la cual pudimos terminar el trabajo fue porque el Padre Roberto nos ofreció las maquinas. Le estamos muy agradecidos. Si no tuviéramos estas maquinas no podríamos aceptar esta tarea. Desde el principio tuvimos que cortar 6000 partes, por eso la persona que operaba las maquinas se pasó 3 meses trabajando desde la mañana hasta la noche. Una vez nos dijo: “Estar ahí solo, sin nadie con quien hablar era muy cansador y muchas veces me dormía en medio del trabajo.” En verdad, por estar tan cansado, hubo algunas veces en las que casi me corto la mano por dormirse durante el trabajo.
El trabajo de planchar los caracteres fue la parte más difícil e importante. El hierro eléctrico é muy largo y difícil de controlar con las manos, por eso, después de planchar cada trazo de los caracteres nuestras manos se quedaban temblando. Además, por causa de su enfermedad, los pacientes pierden frecuentemente la sensibilidad de las manos y de los pies e incluso llegaron a quemarse las manos y los brazos. Aún así no quisimos bajar nuestras expectativas en relación a la calidad de los almanaques. Verificar su calidad era, cada vez que lo hacía, el momento mas doloroso para mí, porque cuando encontrábamos algún defecto en unas de las partes tirábamos toda la pieza fuera. Al ver todos trabajando tan duramente para planchar esos caracteres yo no me atreví a tirar los almanaques fuera solo por causa de algunas pequeñas deficiencias, pero ello me dijeron: “No hay problema, es bueno que seamos exigentes con nosotros mismos, puedes tirarlos fuera. Es mucho mejor que los tiremos fuera ahora que ver las personas tirarlos fuera después por que no están bien hechos.” Su actitud me conmovió mucho, y al mismo tiempo me dio coraje para continuar con confianza en nosotros mismos. Y así tiramos fuera unas 700 piezas.
Nos llevó un mes y medio para planchar todos los caracteres, más de lo que habíamos pensado. Por eso empezamos a preocuparnos con el plazo, sin saber si seríamos o no capaces de terminar el trabajo a tiempo. Pero en ese momento me dijeron: “No te preocupes, una vez que lo prometimos, lo haremos a tiempo. Si es preciso quitaremos tiempo al descanso y a la comida para trabajar más.” Y así fue, algunos de ellos se levantaban a las 4:30 de la madrugada para trabajar, e continuaban trabajando a pesar de la fátalica y de la incomodidad. Normalmente se irían a dormir temprano para descansar e recuperar las fuerzas, pero ahora eran animado por una gran fuerza de voluntad y querían realmente completar su misión.
 Cada uno de nosotros tuvo tareas distintas pero todos nos ayudamos los unos a los otros. Los pacientes, las hermanas, las dos voluntarias e incluso las crianzas, todos participamos en la producción de los almanaques. Aparte de planchar los caracteres e otras tareas que se tienen que hacer con las maquinas, todos participamos por ejemplo pintando, pegando las molduras e las partes, puliendo, etc.… Pulir bien los almanaques, en particular las partes pequeñas, es un trabajo duro e porque nos hace daño a las manos e uñas es muy fácil perder la paciencia cuando lo estamos haciendo. Cuando lo terminamos uno me dijo: “Pulir es realmente pesado, me da ganas de tirarlo todo fuera y rendirse, pero si no somos persistentes ahora perderemos aún más tiempo,” y así se decidieron a continuar trabajando.
Cuando estábamos pegando las imágenes los niños nos ayudaron muy animadamente. Incluso el más pequeño, cuando estaba ayudando me dijo: “Tenemos que hacerlo con mucho cuidado y escoger bien los tamaños e los colores, pues no queremos usar colores equivocados.
Una de las voluntarias no sabía cómo pintar e lo hacía muy lentamente, de modo que le llevaba mucho tiempo para pintar unas pocas piezas. Uno de los pacientes le dijo: “No te preocupes en contar cuantos puedes hacer. Lo importante es que estás aquí con nosotros y estamos muy agradecidos por eso.”
Gracias al trabajo y colaboración de todos pudimos, al final, terminar nuestra misión a tiempo. Cuando oímos que los almanaques habían llegado a Macao y que todos estaban muy contentos con ellos, nos sentimos muy aliviados. También estábamos muy felices: lo que antes eran dificultades y fatigas se tornó alegría y es ahora algo que siempre recordaremos con orgullo y alegría. En nuestra reunión siguiente quisimos evaluar y recordar la experiencia. Aquí les dejo algunas de las cosas que dijeron en ese encuentro:
“Aprendimos cosas que nunca habíamos imaginado antes, nunca pensé que pudiésemos hacer un trabajo tan bueno.”
“Ya no aguantaba más sentado en el banquillo sin moverme de ahí e con los pies durmientes, pero aún así no abandoné el trabajo.”
“Cuando estaba haciendo este trabajo, my corazón sentía mucha paz.”
“Creo que me ayudó a crecer en paciencia.”

Todos hablamos de lo que sentiamos en el corazón y de lo que sentimos durante este tiempo. Yo pude sentir cuanto les ayudó a aumentar su auto-confianza. Creo que esta experiencia será algo que siempre van apreciar.
Quizás ustedes encontraron algunas imperfecciones en este regalo pero pueden estar seguros de que lo hemos preparamos lo mejor que podemos, y lo ofrecemos de todo corazón.

Diciembre 2010
Hermana Jacqueline

La invitación

Escrito por Cecilia, responsable en Casa Ricci de los programas de rehabilitación de gente afectada o infectada por VIH.

A mediados de Mayo, el Padre Fernando y yo nos fuimos en un viaje de 4 semanas al continente chino. Por más de un año habíamos estado buscando una oportunidad de servir a más personas afectadas por el sida. Ya habíamos rechazado una propuesta cuando descubrimos que estaban más interesados en los aspectos financieros que en el servicio concreto a las personas.

En el tercer lugar al que fuimos, visitamos una organización relacionada con el Sida y que es dirigida por un hombre llamado Edward. Lo que encontramos ahí superó mucho nuestras expectativas. Edward nos presentó de un modo general la acción de su organización, que ofrece abrigo a personas portadoras de Sida y también consejo a sus familias. Una de sus mejores prácticas es contratar a personas portadoras de VIH para que trabajen en el servicio de apoyo (consejo a los pacientes) en el hospital. Le hablamos también de nuestros proyectos de rehabilitación de pacientes de lepra, proyectos de apoyo social, becas de estudio, y trabajo con personas que sufren de Sida. Edward lamento las grandes carencias y necesidades de su organización. Después de alguna discusión, empezamos a considerar posibilidades de colaboración.

Por la tarde visitamos a uno de sus abrigos para pacientes de Sida. Edward nos dijo que en el pasado un hospital trajo a un huérfano porque nadie quería quedarse con él, ni siquiera sus abuelos! Su centro solo sirve a pacientes adultos y no tiene condiciones para acoger a crianzas. Pero Edward no pudo, en consciencia, rechazar al niño porque realmente no tenía ningún otro lugar donde quedarse. Y así el niño se quedó. Una cosa lleva a la otra, al final de dos meses ya tenían 5 crianzas portadoras de VIH. Esto hizo que las condiciones de vida de ese lugar se tornaron mucho peores, y además el lugar está ya lleno. Edward necesita desesperadamente conseguir dinero, porque lo que tiene no es suficiente para tener un otro lugar para las crianzas.

Le hablamos acerca de nuestro plan para un nuevo Hogar para niños con Sida. Cuando le decimos esto, el nos preguntó: “Seria posible tener una Hermana para cuidar a los niños?” En ese momento mi corazón empezó a cantar de alegría, incluso si mis oídos aún no podían creer lo que acababan de oír. “Qué dices!?”, contesté. El repitió que precisen de alguien que pueda cuidar bien a los niños. Yo le dije llena de alegría que nos gustaría mucho enviarle no una sino dos hermanas! Cuanto menos lo esperamos El abre puertas delante de nosotros!

Un mes después, localicé a cinco congregaciones religiosas y hable con las superioras locales para presentarles nuestro proyecto de huérfanos portadores de VIH y la idea de invitar a hermanas para vivir con los niños. Sorprendentemente todas expresaron el deseo de trabajar con nosotros, y me preguntaron cuales son las cualificaciones necesarias a una hermana que quiera trabajar con estas crianzas. Esta fue la respuesta que les envié:

No pedimos que la hermana tenga muchos conocimientos del trabajo con el Sida,
Pero nos gustaría que fuera una persona paciente y capaz de compasión,
No exigimos que tenga experiencia médica,
Pero nos gustaría que fuera una persona responsable.
No es indispensable que tenga grandes talentos administrativos,
Pero nos gustaría que fuera capaz de vivir su fe con alegría.

Durante el tiempo de servicio, las hermana aprenderán con los niños, y nosotros les daremos oportunidades de entrenamiento. Creemos que las capacidades técnicas lo pueden aprender, pero la buena motivación para servir tiene que estar presente desde el início.
Si El quiere plantar una semilla, entonces esa semilla crecerá e dará fruto. Creemos que podemos dar un amor de familia a estas crianzas, y ayudarlas a encontrar el afecto perdido, a reconstruir su capacidad de confiar, su sentido de la virtud y su deseo de estudiar.

Desde entonces, la música dentro de mi no ha callado, y yo no puedo parar de cantar!
Y ahora, estamos empezando nuestro cuarto hogar para crianzas huérfanas con VIH.

Cecilia

Felicidad Ofrecida

Este texto fue escrito por Liu Huixian, joven voluntaria china que estuvo 6 meses viviendo e trabajando en uno de nuestros hogares de niños.

Yo soy de la Provincia de Hebei, tengo 22 años e me llamo Liu Huixian. Nací en una familia católica. Desde el tiempo de mis abuelos, ya había algunos católicos en la familia e incluso tengo un tío que es sacerdote. Porque crecí en un ambiente familiar cristiano, fue muy natural para mi pensar en hacer algo por las personas que necesitan de ayuda.
 Estoy muy feliz por haber tenido esta oportunidad este año. Mi tío me animó a participar, y yo pensé que sería una buena oportunidad para crecer y aprender muchas cosas y por eso me alisté e fui enviada al Hogar de crianzas.
En el Hogar de Crianzas empezaba mi trabajo de cada día a las 6:30. Por la mañana, después de levantarme de la cama, lo primero que hacía era ayudar a los niños con su higiene y también limpiar sus habitaciones. Ellos tienen que tomar su medicina todos los días a las 7:30, y cuando todos la han tomado yo los llevaba para la escuela. En una de las escuelas a las que van no preparan almuerzo para ellos, por eso tenía que traerlos a casa para comer y después llevarlos de nuevo para las clases de la tarde. Después de dejarlos en la escuela me volvía a casa y empezaba a cuidar de sus ropas para que cuando regresaban, cada uno tuviera sus ropas en orden y listas para vestir. Después de tratar de la ropa, descansaba un poco y al final salía de nuevo en dirección a la escuela para traerlos de vuela a casa. Por la noche hacíamos los deberes juntos. Yo estaba encargada de ayudar a todos los que están en escuela primaria. En el hogar viven muchas crianzas, y por eso cuando llega la hora de tomar la medicina ellos tienen que ponerse en fila y se acercan de uno a uno para que no haya engaños. Al inicio, cuando llegué no les podía ayudar, pero después me fui acostumbrando con este procedimiento y también empecé a ayudar con la medicina.
Cada vez que los llevaba para la escuela tenía que hacerlo en dos vueltas, porque la bicicleta eléctrica que utilizaba solo podía llevar dos de niños de cada vez. Pero aún así, el trabajo diario de llevarlos para la escuela y de vuelta a casa siempre me dejaba muy feliz porque siempre nos íbamos hablando muy alegremente por el camino. Por la noche les gustaba mucho llamarme y pedir mi ayuda para hacer los deberes. Y en cuanto lo hacían, mi cabeza “se ponía a trabajar”, y pensaba mucho en todo esto que estaba viviendo. Además ellos me hacían muchas preguntas, preguntas interesantes y profundas, y esto me forzaba a pensar más y más en busca de respuestas.
Una de las cosas que me impresionó más fue conocer a uno de nuestros chicos. En casa siempre era muy alegre y activo, pero  nunca me lo imaginé que en la escuela se tornaba inesperadamente muy callado y no hablaba con nadie. Incluso en la pausa en medio de las clases ni siquiera llamaba a los colegas para jugar. Por eso, un día le pregunté: “Cuando estás en la escuela con quien juegas? Que haces durante el tiempo del recreo?” Me contestó: “En la pausa siempre me quedo en la clase haciendo los deberes y leyendo mi libro, yo no juego con ellos.” Le pregunte: “Y porqué no juegas con los otros niños? Te pasas tanto tiempo en la escuela, con quién hablas?” El me dijo: “Ellos son tan malos, por eso no juego con ellos. Me quedo y hablo para mí solo.” Cuando escuché esto me quedé estupefacta. Era obvio que se estaba encerrando en sí mismo. Después le conté este asunto a una de las profesoras y ella me dijo que también estaba muy preocupada con él. Al final decidimos darle una misión especial: tenía que hablar con los colegas en la escuela; era una nueva regla para él. Si esto no se “corrige” ahora, cuando se haga mayor será imposible. Ahora está mucho mejor, es apenas un poco tímido e inseguro cuando tiene que hablar delante de los otros, pero está mucho mejor. Después de encontrarme con este tipo de situaciones pienso que la ayuda más importante que podemos dar no es solo la ayuda material sino la ayuda psicológica y humana que podemos dar con nuestro cuidado y cariño de que tanto precisan.
Hay también una niña pequeñita (en Kindergarten) que participa en una clase de dibujo. Siempre que hacia un nuevo dibujo me lo regalaba. Pero ella no lo hacía directamente. Primero venía a decirme que tenía un dibujo nuevo. Después se ponía muy callada esperando que yo le pidiera que me lo dejara ver, y solo entonces me lo daba.  Esto era muy importante para su auto-estima. Antes de venir para el Hogar de crianzas ella estaba en un orfanato, y ni siquiera sabe quiénes son sus padres, pero se inventaba muchas sobre sus “padres imaginarios”. Antes de marcharme de regreso a mi casa, ella, muy seria,  me pidió que no me olvidara de llevarme sus dibujos para mi casa. Yo le dije para no preocuparse, que me guardaría cada uno de ellos como algo muy precioso. Realmente ella tiene mucha necesidad de nuestro cuidado y atención, y por causa de su personalidad tan especial (y a veces complicada) siempre que estábamos juntas yo tenía que pensar mucho sobre cómo se puede ayudarla sin herirla en sus sentimientos.
Para ser honesta, debo decir que cuando llegué al Hogar de Niños, y durante las primeras semanas tuve mucho miedo. Temía contraer la enfermedad de los niños (todos tienen Sida), y en el primer mes tuve muchas pesadillas por causa de esto. Estaba preocupada por poder coger alguna enfermedad y en como eso sería tan malo para mi familia y para mi, claro. Así, procuré encontrar un equilibrio entre cuidar de los niños e protegerme al mismo tiempo. Pero, con el pasar del tiempo, mis miedos fueron desapareciendo y cuanto más estaba con ellos, más me olvidaba de esos miedos y malos pensamientos. Y aún si muchas veces ellos se comportaban mal y me hacían perder la paciencia, también sé que me han dado mucha alegría. Me cogían de la mano para llevarme a jugar con ellos, e estar cerca de ellos. A sus ojos, soy como una hermana mayor, y siempre me llamaron “hermana grande”.
En el Hogar de Niños aprendí muchas cosas que no están en los libros; aprendí un poco más lo que significa crecer como persona, y como ayudar a los otros como también nos ayuda a nosotros a crecer. Estoy muy agradecida por el tiempo que pasé ahí, y especialmente por el sentimiento de vida tiene aun más sentido por causa de eso.


28/Jan/2011
Liu Huixian