lunes, 23 de mayo de 2011

Encuentro de Casa Ricci y Lucy

Soy Lucy encargada de la correspondencia en español.




1- Porqué viniste a Casa Ricci, que te motivó a abrazar este trabajo?

No supe la existencia de esta institución hasta que una señora amiga me lo presento. Fue desde ese entonces que me presentaron al Jesuita español llamado P. Ruiz, quien tenía muchos años en Macao trabajando en China continental, llevando las ayudas monetarias para los pobres leprosos a diferentes lugares de China. Más tarde las ayudas también se canalizaron para ayudar a las personas afectadas por Sida.
Me motiva este trabajo porque puedo ayudar al prójimo.


2- Cual es el aspecto o aspectos más gratificante de tu trabajo diario en Casa Ricci?

El aspecto más gratificante es que siendo una persona que no ha nacido en este hermoso lugar pueda sin embargo ser útil en este centro.
Dar testimonio de nuestra fe en el medio de la máxima pobreza y sufrimiento. Con respecto a los trabajos que realiza el Padre en China continental me encargo de la correspondencia en castellano, y de las limosnas que nos llegan de todas partes que en mi caso es de Latino-América y Centro-América.
También me consuela el ver que mucha gente se solidariza con nuestro trabajo y envían sus limosnas.


3- Un aspecto que consideras difícil de tu trabajo en Casa Ricci. (o algo que para ti sea un desafió).

Lo difícil es no saber la lengua china. Francamente la lengua china, mandarín y sus dialectos y derivados es difícil. No soy buena en idiomas.


4- Una experiencia concreta que te hayas vivido en Casa Ricci y que te impresionó.

Lo que me impresiona de esta Casa Ricci es que, a pesar de haber gentes de diferentes lugares con diferentes culturas y mentalidades, las personas pueden unirse para hacer un bien común, el de brindar y prestar ayuda a sus semejantes.

“Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos, y los jóvenes te ayudaran cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medidas” por Facundo Cabral

 Lucy Chang
Mayo 2011



UN RAYO DE LUZ

Escrito por Lucy, trabajando en las oficinas de Casa Ricci Servicio Social



Mi nombre es Lucy Chang. A través de una persona amiga supe de la existencia de Casa Ricci y del grupo de sacerdotes misioneros jesuitas en Macao. Soy responsable por la correspondencia en español y por mantener el contacto con los amigos bienhechores del P. Ruiz de Latinoamérica y Centroamérica. Empecé a trabajar con el grupo de Casa Ricci por el año noventa y en esa altura el P. Ruiz había ya ganado la admiración y el corazón de muchas personas por su gran bondad y generosidad hacia los pobres y marginados de la sociedad, como son los niños, jóvenes, adultos y ancianos, enfermos de Lepra y personas afectadas por el sida. Lo que más me atrae del Padre Ruiz es su ejemplo de vida, su sencillez, su vitalidad, su espíritu y su entrega a los más pobres “Un gran evangelio viviente”, muy querido por todos.

El Padre Ruiz es oriundo de España, nació el 21 de Septiembre de 1913 y fue ordenado sacerdote en Shanghai en1945. En Octubre de 1951, llegó a Macao y de inmediato se convirtió en el Director de la Casa Ricci, creado por Caritas Macao, donde inició su trabajo caritativo y social.

En aquel tiempo, Macao era una ciudad muy pobre y no muy poblada, había aquí un gran número de refugiados provenientes de las distintas regiones del continente. En todas las calles se podían encontrar muchos pobres, indefensos ancianos y discapacitados que pasaban las noches en el frío. El P. Ruiz, con su equipo de voluntarios, trabajó entre ellos, repartiendo alimentos y ofreciendo refugio, pagando el alquiler de las casas y proporcionando educación a los niños. Todo esto fue posible gracias al apoyo de los habitantes de Macao y de organizaciones y amigos de todo el mundo que se unieron y enviaron alimentos de primera necesidad, como arroz, fideos, harina...
Los años entre 1955 a 1970 fueron años felices para el P. Ruiz, con mucha actividad, dando cuidado, amor y muchas sonrisas. Por la noche daba el catecismo: “Cristo”.

Pero en 1969-70 se acabo todo esto, la política andaba por otros caminos, China intervino en los problemas de Macao, y declaró que Macao era territorio chino bajo administración portuguesa, por lo tanto no podía haber refugiados chinos en territorio chino. Así que los nadadores que llegaban a Macao, pasaron a ser considerados como refugiados ilegales a los que no se debía ayudar. Claro que para la caridad de Cristo no hay legales ni ilegales. En Casa Ricci, se continuó con las ayudas de alimentos a las familias pobres y se socorría a los necesitados, sin preguntar de donde venían.

En 1960, se fundó en Isla Verde el asilo “Betania” para hombres, y el asilo "Santa María" para mujeres de edad. Después el padre Luis fundó San Luis, un centro para personas con deficiencias mentales, donde la gente desafortunada encontraba su propia casa y hogar. Además un viejo edificio de una escuela se convirtió en Asilo “Carmo” para hombres con problemas.

Durante los años ochenta, un gran número de refugiados vietnamitas llegaron y fueron detenidos en Macao. Una vez más, el padre Luis les ofreció comida y ayuda para cubrir sus necesidades diarias. Todas estas iniciativas fueron secundadas por cristianos fervorosos que ayudaron a fundar y dirigir estas obras de combate a la suma pobreza. “No tener nadie, ni nada” era la característica de las personas a las que buscaban ayudar. Con el tiempo, las condiciones de estas obras fueron mejorando, sobre todo a la medida que Caritas de Macao fue recibiendo apoyo del gobierno. En 1989 el Señor envió las Hermanas de la Caridad de Santa Ana que se han encargado de estas obras hasta hoy.
En 1987, el Padre Luis comenzó con el colegio Pre-vocacional Brito, donde los niños sin hogar y jóvenes con problemas de disciplina pueden aprender y desarrollar un oficio, y algunos de ellos están siendo educados al igual que otros niños afortunados.


Un Rayo de Luz (II)


En 1986, después del gran terremoto en la Provincia de Yunnan el Padre Ruiz vuelve a entrar en China. En la Provincia de Guangzhou, encontró un antiguo amigo sacerdote, el P. Lino Wong, quien lo introdujo al mundo olvidado de los leprosos.


Su primer contacto con personas afectadas por la lepra fue impresionante.
Se trata de la leprosería de Tai-Kam, situada en una pequeña isla a una hora del continente, y a la que llegó en un barco de pesca y con gran oleaje. Llegados de mañana al desembarcadero, azotado por las olas, los 200 enfermos ya lo esperaban.  Querían darle un apretón de manos pero muchos no tenían manos y no podían coger los cigarrillos que les daba, tuvo que encender el cigarrillo en su boca, y pasarlo a la boca del los leprosos, que después los cogían con los muñones. Impresión muy triste. Les regalaron muchas cosas de comer, un sobrecito rojo con aguinaldo y se deparó con toda la miseria y abandono en que vivían, aislados de todo contacto humano. Los empleados se paseaban en su bata blanca sin hacer nada. Pero al final salió consolado por poder celebrar la misa junto con el P. Lino y un buen grupo de cristianos que rezaban y cantaban con fervor. Después de varias visitas peligrosas en lanchas y con mar gruesa, se hizo amigo del director del centro, quien se quejaba de que nadie quería ir a trabajar allí.
El P. Ruiz , dijo << no me extraña, pero yo tengo gente que quiere venir a trabajar aquí >>. El director se quedó muy admirado y al final me dijo: <<envíeme-las>>. El P. Ruiz le dijo: <<Tengo 24 hermanas que trabajan conmigo en Macao, pase una invitación y vendrán…>> y desde esa fecha le llegan invitaciones de muchos responsables oficiales de donde hay leprosos y enfermos de sida. Fue desde ese momento, con el carisma que lo caracteriza, que se le vino a la mente, como un “rayo de luz”, el ayudar a los leprosos.

Realizaba sus viajes de 10 a 15 o más días de duración. Siempre estaba listo para ir-se a China acompañado. Cuando regresaba de cada visita contaba lo que había visto y hecho en cada lugar. De todo lo que comentaba el P. Ruiz, realmente me alarmó la gran pobreza de los leprosos, maltratados en diferentes lugares de China, que viven en sitios remotos fuera de todo contacto humano, en lugares recónditos a los que el Padre lograba llegar junto con las autoridades y grupo del personal. Pero no quería ayudar solamente a los leprosos, también deseaba apoyar a sus hijos, y a personas afectadas por el sida. Son tantos pobres enfermos pensaba, como vamos a ayudarlos? Como podemos remediar tanta tristeza y tanto dolor? He visto pobreza en muchas partes pero esto ultrapasa mi propia imaginación: rostros desfigurados, sin manos-solo muñones, sin piernas, o con una pierna, sin pies o cojeando, la falta de higiene, la falta de salubridad, de electricidad, y muertos de hambre, a todo ello me uno en oraciones y en trabajos.

Francamente uno no puede ignorar a estas personas y dejarlas a su suerte, y fue así que decidí quedarme para poder ayudar en el hilo corresponsal de las obras de caridad del P. Ruiz. Ser parte de Casa Ricci me llena de satisfacción, consuelo y alegría de saber que poco a poco vamos integrando a los pobres a una sociedad normal. Tal es así que muchas personas de buena voluntad se sensibilizan con nuestro trabajo y nos envían cada mes sus ayudas monetarias.

Hay mucho trabajo y hay que pedir al Señor que continúe dando los medios materiales, la fe y la confianza en su amor de Padre, y que nosotros seamos luz para la gente e instrumento creador de felicidad.

Hoy, ya con 98 años de edad, se encuentra delicado de salud en la Residencia de los Padres Jesuitas al cuidado de los enfermeros Filipinos, el echa una mirada al campo abonado y deja paso a su nuevo sucesor el P. Fernando Azpiroz (Argentino), joven, dinámico, entusiasta, que continuará el trabajo de Casa Ricci que, desde sus inicios a esta parte, se ha ido extendiendo en variedad y cantidad. En China continental estamos ahora presentes en diez provincias. A través de una red de cerca de 100 personas (en su mayoría hermanas religiosas chinas), Casa Ricci es responsable o colabora directamente en la operación de 18 centros para cuidado de personas afectadas por lepra; 5 hogares para niños o adultos que sufren de SIDA; 1 centro para el cuidado de la salud y el desarrollo de mujeres que trabajan en la calle; 1 dormitorio escolar, cuatro escuelas y dos jardines de infantes para niños provenientes de familias afectadas por lepra, etc.

Si desean tener mayor información pueden entrar a la pagina Google y teclear “Leprosos Macao” - Para continuar esta obra de amor en China, tu ayuda es necesaria, sea a través de tu oración, de tu apoyo económico, o dando a conocer el trabajo que hacemos a tus familiares y amigos. 

“Donde haya humanos, donde haya amor, Dios siempre estará allí”.

Lucy