viernes, 5 de noviembre de 2010

Unión de Corazones

Escrito por Francisco, estudiante Jesuita que está trabajando y aprendiendo en Casa Ricci durante un año.



Uno de estos días, el evangelio en la Misa nos presentaba una situación interesante: Jesús llega a Cafarnaúm con sus discípulos y los Fariseos y Doctores de la Ley también están presentes cuando,   para sorpresa de todos, un oficial romano se dirige a Jesús para pedirle que cure a su siervo. (Lucas 7, 1 – 10)
Cuando escuchaba la lectura, me llamó la atención el momento en que los Fariseos piden directamente a Jesús que haga el milagro, argumentando que el romano había sido bueno para los judíos. Pienso que esa parte me impresionó porque, en estos últimos meses con Casa Ricci me encontré en situaciones semejantes; no porque pueda hacer milagros, pero porque aquí trabajamos con muchas personas diferentes. Aquí he descubierto que personas con mentalidades y valores tan diferentes y a veces hasta contrarios, pueden trabajar muy bien juntas para un bien común.
En este momento estoy en un pueblo en la Provincia de Yunnan, donde he venido con una señora que es parte del equipo de Casa Ricci, y está desenvolviendo un proyecto de micro-finanza aquí. Yunnan es muy conocida por la riqueza cultural de las muchas minorías étnicas que viven aquí y también por la belleza de sus paisajes. En estos dos primeros meses en Casa Ricci ya he venido dos veces a Yunnan. Creo que iré pasar mucho tiempo aquí porque, junto con la belleza, la variedad cultural y el crecimiento económico, hay también un mundo de miseria, lepra, Sida, prostitución y todo tipo de problemas sociales.
La relación al evangelio de que estaba hablando está en el grupo de personas que están aquí conmigo en esta sala. Además de mi, está la señora, que se llama Cecilia y que es una Católica nacida en Taiwan, están dos oficiales del gobierno local, está el profesor de la escuela primaria, algunas señoras del pueblo con sus maridos y también algunas personas que han recibido ayuda en el pasado.
Sabemos que durante su vida terrena Jesús hizo mucho milagros. También sabemos que a veces a decidido no hacerlos. Creo que una de las razones, o incluso una de las condiciones para que un milagro acontezca es que, a pesar de las diferencias que hay entre nosotros, existe una unión de corazones en el deseo de hacer algo bueno. Unión de corazones por un bien mayor y para servir a los que más precisan. Cecilia es un verdadero milagro para ellos, y creo que este milagro sería imposible sin esta unión de corazones. Fueron los oficiales de gobierno que nos trajeron aquí en su jeep (a estos lugares sin un jeep no se llega!), fue el profesor que reunió a las personas y las invitó a venir a vernos, fueron las mujeres que ayudaron a escoger a las familias con mayores necesidades… y fue Cecilia quien trajo el dinero de Casa Ricci.
Pero el dinero es solo una parte del milagro. Ella no viene para dar dinero sin más. Cecilia los conoce por su nombre, le pregunta a cada uno como han utilizado el dinero, les da consejos y coraje a los más desanimados y promueve la ayuda y colaboración entre ellos. Un ejemplo que me impresionó fue conocer a un hombre que sufre de Sida, no tiene trabajo y aún tiene que cuidar de sus dos hijas solo porque su mujer lo ha dejado. Ellos viven los tres en una cabaña de bambú… Cecilia percibió la situación (yo también percibí a pesar de my chino aún  muy pobre) y, en vez de dar dinero inmediatamente, les ayudó a las personas a ser sensibles a esta situación. Una hora después uno de los líderes ya había escrito un pedido oficial de ayuda (que posiblemente dará la mitad del dinero necesario para construir una casa), y las otras personas ya querían ofrecer materiales de construcción y hasta ayudar a construir la casa. De este modo se reducen los gastos y se forma una cadena de solidaridad. Cecilia da el resto.
Pienso que todos saben lo que es la micro-finanza. Es un concepto simple: se presta dinero a los pobres para que puedan reconstruir sus vidas y empezar a hacer algún trabajo. Cuando ya ganaron algún dinero, guardan una parte para ellos y empiezan a devolver la cantídad prestada, sin interés. Tanto cuanto yo puedo percibir, funciona de verdad! Muchas de las personas que he conocido hoy, y que ofrecieron ayuda al padre de las dos niñas, fueron ayudadas por Casa Ricci en el pasado. Muchos no tienen grandes posibilidades, por eso la actividad que escogen para empezar es crear cerdos. Con un poco de dinero compran un cerdo pequeño, lo alimentan y después lo venden y usan el dinero para alimentar sus familias, pagar algunos estudios para los niños, y guardar para comprar medicina en el futuro. Fue muy lindo verlos firmar los contratos con una señal con el dedo en tinta roja.
Como estos lugares están todos tan lejos, tengo mucho tiempo para pensar cuando vamos en el camino. Hoy me impresionó ver como personas tan diferentes de mi, personas que no tienen los mismos valores religiosos que yo tengo pueden, sin embargo, poner en práctica el Evangelio. Y si nuestras comunidades fueran un poco más así? A veces no es suficiente esperar a que la “ayuda oficial” caiga del cielo. Hay que superar nuestras diferencias y dar un poco mas de nosotros mismos.
Francisco Machado
septiembre 2010

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