lunes, 23 de mayo de 2011

Un Rayo de Luz (II)


En 1986, después del gran terremoto en la Provincia de Yunnan el Padre Ruiz vuelve a entrar en China. En la Provincia de Guangzhou, encontró un antiguo amigo sacerdote, el P. Lino Wong, quien lo introdujo al mundo olvidado de los leprosos.


Su primer contacto con personas afectadas por la lepra fue impresionante.
Se trata de la leprosería de Tai-Kam, situada en una pequeña isla a una hora del continente, y a la que llegó en un barco de pesca y con gran oleaje. Llegados de mañana al desembarcadero, azotado por las olas, los 200 enfermos ya lo esperaban.  Querían darle un apretón de manos pero muchos no tenían manos y no podían coger los cigarrillos que les daba, tuvo que encender el cigarrillo en su boca, y pasarlo a la boca del los leprosos, que después los cogían con los muñones. Impresión muy triste. Les regalaron muchas cosas de comer, un sobrecito rojo con aguinaldo y se deparó con toda la miseria y abandono en que vivían, aislados de todo contacto humano. Los empleados se paseaban en su bata blanca sin hacer nada. Pero al final salió consolado por poder celebrar la misa junto con el P. Lino y un buen grupo de cristianos que rezaban y cantaban con fervor. Después de varias visitas peligrosas en lanchas y con mar gruesa, se hizo amigo del director del centro, quien se quejaba de que nadie quería ir a trabajar allí.
El P. Ruiz , dijo << no me extraña, pero yo tengo gente que quiere venir a trabajar aquí >>. El director se quedó muy admirado y al final me dijo: <<envíeme-las>>. El P. Ruiz le dijo: <<Tengo 24 hermanas que trabajan conmigo en Macao, pase una invitación y vendrán…>> y desde esa fecha le llegan invitaciones de muchos responsables oficiales de donde hay leprosos y enfermos de sida. Fue desde ese momento, con el carisma que lo caracteriza, que se le vino a la mente, como un “rayo de luz”, el ayudar a los leprosos.

Realizaba sus viajes de 10 a 15 o más días de duración. Siempre estaba listo para ir-se a China acompañado. Cuando regresaba de cada visita contaba lo que había visto y hecho en cada lugar. De todo lo que comentaba el P. Ruiz, realmente me alarmó la gran pobreza de los leprosos, maltratados en diferentes lugares de China, que viven en sitios remotos fuera de todo contacto humano, en lugares recónditos a los que el Padre lograba llegar junto con las autoridades y grupo del personal. Pero no quería ayudar solamente a los leprosos, también deseaba apoyar a sus hijos, y a personas afectadas por el sida. Son tantos pobres enfermos pensaba, como vamos a ayudarlos? Como podemos remediar tanta tristeza y tanto dolor? He visto pobreza en muchas partes pero esto ultrapasa mi propia imaginación: rostros desfigurados, sin manos-solo muñones, sin piernas, o con una pierna, sin pies o cojeando, la falta de higiene, la falta de salubridad, de electricidad, y muertos de hambre, a todo ello me uno en oraciones y en trabajos.

Francamente uno no puede ignorar a estas personas y dejarlas a su suerte, y fue así que decidí quedarme para poder ayudar en el hilo corresponsal de las obras de caridad del P. Ruiz. Ser parte de Casa Ricci me llena de satisfacción, consuelo y alegría de saber que poco a poco vamos integrando a los pobres a una sociedad normal. Tal es así que muchas personas de buena voluntad se sensibilizan con nuestro trabajo y nos envían cada mes sus ayudas monetarias.

Hay mucho trabajo y hay que pedir al Señor que continúe dando los medios materiales, la fe y la confianza en su amor de Padre, y que nosotros seamos luz para la gente e instrumento creador de felicidad.

Hoy, ya con 98 años de edad, se encuentra delicado de salud en la Residencia de los Padres Jesuitas al cuidado de los enfermeros Filipinos, el echa una mirada al campo abonado y deja paso a su nuevo sucesor el P. Fernando Azpiroz (Argentino), joven, dinámico, entusiasta, que continuará el trabajo de Casa Ricci que, desde sus inicios a esta parte, se ha ido extendiendo en variedad y cantidad. En China continental estamos ahora presentes en diez provincias. A través de una red de cerca de 100 personas (en su mayoría hermanas religiosas chinas), Casa Ricci es responsable o colabora directamente en la operación de 18 centros para cuidado de personas afectadas por lepra; 5 hogares para niños o adultos que sufren de SIDA; 1 centro para el cuidado de la salud y el desarrollo de mujeres que trabajan en la calle; 1 dormitorio escolar, cuatro escuelas y dos jardines de infantes para niños provenientes de familias afectadas por lepra, etc.

Si desean tener mayor información pueden entrar a la pagina Google y teclear “Leprosos Macao” - Para continuar esta obra de amor en China, tu ayuda es necesaria, sea a través de tu oración, de tu apoyo económico, o dando a conocer el trabajo que hacemos a tus familiares y amigos. 

“Donde haya humanos, donde haya amor, Dios siempre estará allí”.

Lucy

No hay comentarios:

Publicar un comentario